martes, 8 de noviembre de 2011

Asumir la propia vida

Uno de los pilares de una vida significativa, feliz y próspera es la competencia de andar con los propios pies, pensar  con la propia cabeza, sentir con el propio corazón. Lo que en verdad no es fácil.

En una cultura que se juzga en el derecho de dar palpito en la vida ajena, en que se piensa que es señal de amor enseñar a los otros lo que es cierto y errado, no es fácil seguir las propias convicciones, los propios deseos. El miedo al error, el miedo de desagradar, el miedo de arrepentirse, el miedo a la crítica nos paraliza delante de los riesgos, de las nuevas experiencias, de los cambios que queremos y deseamos hacer.

Ser yo mismo es sinónimo de ser adulto, de ser persona, de ser sujeto. La piedra siempre será piedra, el animal siempre será animal. La persona se va tornando persona poco a poco, en la medida que se torna adulta y pasa a ser dueña de sus propias elecciones.
Cada uno siendo el mismo, individualmente, persona separada de todos los otros y por tanto única. Solo así acontece el amor. Sin embargo si es tan importante asumir la propia vida, ¿por qué es tan difícil?. En el comienzo de nuestra vida por motivos obvios, alguien asume la dirección de nuestros actos y elecciones. En general los padres. Fase de aprendizaje. De aprobación y desaprobación. De recompensas y castigos. Todo muy natural. La desgracia es permanecer como criatura la vida entera.Esperando aprobación de cualquier persona que venga a sustituir a los antiguos dueños. Y hay siempre recompensas secundarias en la dependencia de otro. De manera condicionada, creemos que si somos mansos y sumisos tendremos el amor de otras personas. Que  si pensamos como todos y seguimos a la mayoría no nos sentiremos culpados. Que al mostrarnos indefensos, desamparados, indecisos alcanzaremos la ayuda, la protección y la buena voluntad de otras personas. La postura de víctima, de los sufridores, de los que se arrastran por la vida, lamentando la propia flaqueza e imperfección tiene por objeto el control del corazón de los otros.

La fuerza de los débiles, los deprimidos, los drogados, los fracasados, a veces consigue colocar a la familia entera en torno a ellos. Al ser "indecisos" estamos agarrados a los padres para siempre. Ellos escogían para nosotros. Y a veces continúan decidiendo por nosotros. Educar es enseñar a los hijos a "elegir", a asumir la propia vida. Muchas veces sabemos cual es la decisión a tomar, mas algunas voces internas, parecidas a las de los padres, de los abuelos, de los maestros, nos critican y nos paralizan. Asumir la propia vida es crecer, es ser adulto, es ser responsable. Responder por los propios actos. Actuando con nuestra cabeza, cometeremos errores, así como también cometeremos errores si actuamos como "ellos" quieren.

El error es compañero de nuestro crecimiento. Al querer la aprobación en todo lo que hacemos, podemos no sentirnos solos, ni inseguros, en aquel momento, pero vamos a sentirnos pasivos, infantiles y más inseguros de ahí en adelante. No asumir la propia vida, además de debilidad psicológica, es una burrada.

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