Con ella aprendí que la literatura no es la vida, que el escritor no
es su obra, que los golpes que más hieren no llevan marca de enemigo,
que la caricía que no nutre intoxica, qque el interés acoraza el corazón.
Yo esperaba sentada en su embarcadero, viendo anclar naves que plegaban
velas, barcos que se hacían al mar y marinería que trasegaba entre
blancos y azules. Y mientras esperaba el tiempo aguardaba.
La ilusión te embarga, te embarca o te emborracha en pasiones dirección a resacas vacias de alcohol.
La vida acontece, hay embarcarse, acompasar el camino, voltear para genera vida.
En
realidad, las vueltas aturden, no hay acompasamiento posible entre
caminantes de direcciones opuestas, y los asparabanes que mueven el aire no cambian el viento, solo son
extravagantes movimientos llenos de drama que no conducen a ningun
punto.
No estaba preparada
para molinos de tiempo. En sus aspas inicié el remonte hasta el mediodia
y desde allí me despeñe en dirección a los meses que pulvericé en la espera, mientras la rueda convertía en harina mi corazón.
La quisé
libre y libre escapó.
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