sábado, 31 de enero de 2015

Baldes de harina

Con ella aprendí que la literatura no es la vida, que el escritor  no es su obra, que los golpes que más hieren no llevan marca de enemigo,  que la caricía que no nutre intoxica,  qque el interés acoraza el corazón.

Yo esperaba sentada en su embarcadero, viendo anclar  naves que plegaban velas, barcos que se hacían al mar y  marinería que trasegaba entre blancos y azules. Y mientras esperaba el tiempo aguardaba.

La ilusión te embarga, te embarca o  te emborracha en pasiones dirección a resacas vacias de alcohol.

La vida acontece, hay embarcarse,  acompasar  el camino, voltear para genera vida.

En realidad, las vueltas aturden,  no hay acompasamiento posible entre caminantes de  direcciones opuestas, y los asparabanes que mueven el aire no cambian el viento,  solo son extravagantes movimientos llenos de drama que no conducen a ningun punto.

No estaba preparada para molinos de tiempo. En sus aspas inicié el remonte hasta el mediodia y desde allí me despeñe en dirección a los meses que pulvericé en la espera, mientras la rueda convertía en harina mi corazón.

 La quisé libre y libre escapó.

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