martes, 30 de diciembre de 2014

Baldes de harina

Con ella aprendí que la literatura no es la vida, que el escritor  no es su obra, que los golpes que más hieren no  siempre son de acero,  que la caricía que no nutre intoxica, que el interés es  más fuerte que el amor, que tras el personaje amoroso puede esconderse un creador sin corazón, que se puede predicar  y no dar trigo.

Yo la esperaba sentada en su embarcadero, viendo anclar  naves que plegaban velas, barcos que se hacían al mar y  marinería que trasegaba entre blancos y azules. Y mientras yo la esperaba el tiempo aguardaba.

La ilusión te embarga, te embarca o  te emborracha de pasiones y resacas vacias de verdad.

La vida acontecía,  había que embarcarse,   acompasar  el camino,  dar vueltas para genera vida.

En realidad, las vueltas aturden  no hay acompasamiento posible entre caminantes de  direcciones opuestas, y los aparabanes solo son extravagantes movimientos llenos de drama que no conducen a ningun punto.

No temía tiempos de espera ni  molinos de piedra o grano de cabellos al viento; sin embargo no estaba preparada para molinos de tiempo. En sus aspas inicié el remonte hasta el mediodia y desde allí me despeñe en dirección a los dias que pulvericé esperandola, mientras la rueda convertía en harina mi corazón. La quisé libre pero no huidiza aunque desde el principio supiera que era  perro de hortelano. ¿Será en balde el tiempo perdido?

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Dónde el nido?

Cuando se acercó al remanso de aguas claras donde yo vivía, a pesar de sorprenderme su hermoso plumaje no impacto en nada mis retinas más profundas. Las entretelas de mi corazón no se estremecerían hasta mucho después. Mi escamas tenian entonces un brillo irisado que ejerció sobre ella una especial fascinación  y volvía, pájaro curioso, a ver los reflejos en el agua. Ella siempre hablaba de embarcarse y ¿dónde se embarca una? En el mar, en el rio, en un lago o en un estanque.
Y cuando de su pico surgió un canto por primera vez, aunque distorsionado por los distintos ambientes que nos separaban, llenó mis oidos y hasta mis branquias aletearon con mayor profundidad. La imagen de su plumaje suave me llevo a imaginar el placer de la calidez entre sus  plumas.
Nos habituamos a mirarnos entre el viento y el agua clara de mi hogar y el hábito consiguió atraernos como se atraen un iman y una esquirla de acero.
De tanto asombrarnos acabamos por enamorarnos aun sin entender que el medio distorsionaba la realidad; sin embargo ambas respirabamos oxigeno, ¿qué podría salir mal?
Ella entraba en mi humedad y pasaba mucho tiempo en secar su cuerpo, de tal modo que cada tanto se hizo cada poco y después cada poco tanto a nada.
Ella volaba y yo la seguía de mirada inquieta y su vuelo que antes me fascinaba comenzó a desasosegarme. ¿Y si no volvía? Yo me dejaba llevar entonces hacía aguas profundas donde la luz no alcanzaba y a la misma velocidad de la luz que era su medio, volvia a la superficie de mi charca por si ella volaba raso y necesitaba el oxigeno de mis branquias, el burbujeo de mis palabras tanto como yo anhelaba el sonido de sus alas batiendo.
Intenté convertir mis escamas en esas alas. Me molestaba mi escurridiza piel y  la friadad del agua. ¡Intentaría dar un salto! el aire no podría ser tan incomodo, si conseguía hacerle volar.
Y zas, un primer intento que me dejó casi sin aliento al primer impulso de salida cuando el oxigeno que nos unia no se encontraba en el formato que yo esperaba.
Pero aquello no me llevo al desánimo. Solo era cuestion de entrenamiento. Y una y otra vez salte y alguna que otra vez ella estuvo allí, con las patas mojadas dentro del agua.
Cada día fantaseaba con mis escamas voladoras para sentirme cerca de su medio ambiente.
Todo en vano, solo un cansancio cada  vez mayor invadió mi cuerpo escurridizo y brillante al punto de languidecer. Por más que los salmones surfearan las aguas del rio para desovar, yo no era ni un salmón ni un pájaro de hermosas plumas.
Ella volaba y sobrevolaba y entonces creí  que si dejara de volar podria pasar  más tiempo con sus patitas en mi charca, cerca de mí, aplaudiendo mi navegación perfecta, mis burbujas de aire dibujando el agua. ¿Y si ella cortaba sus alas...? ¿Y si yo le pidiera que cortara sus vuelos...!?

 No basta el amor para construir un nido en el agua, tal vez el amor nos pedía lo más difícil de todo.

Podría suplicarle que quebrara sus alas, sin ellas nunca más volveria a marcharse, permanecería a mi lado, sin embargo no volaría mas  y yo... "yo lo que amaba era un pájaro..."

viernes, 31 de octubre de 2014

Desgraciado aquel que no haya amado  más que cuerpos, formas y apariencias!
La muerte se lo arrebatará todo.
 Amad las almas ¡y las volveréis a encontrar!

Victo Hugo, Los miserables.

¿Habrá mayor dolor que ver partir a un ser querido?
 Las lágrimas vierten desde un rio interior  convertidas sus aguas en mar, en cascada, en catarata. Aguas salobres, salivadas.
 Nada quema tanto como la salina del dolor.
 Amarga salmuera que escuece y sana.
 Sonido apagado y  ruidosos silencio. 
Y como remedio de lo irremediable, el llanto.
Llorar, desaguar del dolor para no ahogarse tanto,
ahogarse en lágrimas para salvarnos de ellas.
Y del  adios revelado en obediente rebelde.
 Nada más decorazonador que desnudarse la esperanza  en la intemperie de la impotencia.
La dulzura acidulada, el afecto en desgobierno y la casa descasada.
Y sin esperanza en espera, amanecerán astros clareando tiempos,
 tiempo y tiempo después.
Espera danzada de dolor.
 Espera y danza.

domingo, 26 de octubre de 2014

Desvincular no es desapego

Desvincularse de los afectos será siempre una prueba difícil. El momento de diferenciarse uno de otro. El tiempo de templar todo ese ideario de vida para llevarlo a la práctica; dar libertad a quien libertad te pide, tal vez, para trillar caminos poco seguros y en cualquier caso lejanos; cancelar compromisos antes de hora a fin de facilitar el vuelo sin lastres por más que duela. Queda la esperanza de un reencuentro, una puerta entreabierta, por si necesitan volver  y las cerraduras estan veladas...
Permanecer o quedarse es una prueba de amor. ¿No lo será también dejar marchar...?

sábado, 2 de agosto de 2014

Guardo, aguardo.

Guardo para ti un poco de la piel niña que aún se sonroja.
Guardo de ti todas las mariposas, que conviven
como abejas, en la colmena de mi vientre.
Esperan esperanzadas que azul  y  amarillo 
se derramen en hierba verde.

Guardo por ti a quien nunca deje de ser para ser contigo.
Aguardo el vello se eriza y el abrazo que danza,
y te guardo para ti un poquito del tiempo que me aguarda.

viernes, 1 de agosto de 2014

Clara, imprescindible Clara.

Clara sonreía todos los días desde que respiró por primera vez naciendo nada más comenzaba la decada de los setenta. En cuarenta y cuatro años no dejó un solo día de hacerlo. Más de un millón seiscientas mil sonrisas que limpiaban el aire por donde transitaba.
Clara trajo al mundo a dos hijas que la vieron sonreir durante quince y doce años. Y Antonio pudo disfrutar de su alegria y sus ojos casi treinta años que se han convertido en el vuelo leve de una pluma que pesa como el plomo.
A veces la vida trae a nuestra vida esos seres maravillosos que no pueden morir porque son eternos y sin embargo nosotros morimos un poco cuando no están y su eternidad ya no acompaña la nuestra. ¿Qué sería de quienes respiramos a su lado si su presencia física no nos hubiera acompañado? No solo la echarán de menos  hasta el dolor y hasta que ese dolor convierta el duelo en recuerdo, también  echaran de menos a quienes eran cuando ella sonreía, cuando su presencia los abrazaba.
 Esa obstinación pacífica que es la paciencia pondrá orden en su amar amargo de hoy  y lo transformará en  recuerdo cálido y dulce. Mientras tanto, la rabia y el mundo andaran parados en alguna hora, en alguna frase, en algún rincón.
Vivimos, estamos vivos en esta vida brevemente inmortal  y eterna.

Un día vendrá en que desearas haber sido la más dulce de las criaturas, la más compresiva, la más luchadora, la mejor dispuesta, la más disponible, la que  amó, la que se dejo amar, la que como Clara siempre supo que saber recibir es dar.

jueves, 3 de julio de 2014

Cuca de Racha

Martina esperaba en el andeanaje la llegada de Cuca. Desde los tiempos sinmemoriables Cuca preparaba su visita para desintoxicarse de las sulfuriosas y radiopasistas aguas de la charca del barrizo de su lugar de crecimiento. Desde las ondas bobinadas del aire recogieron las emisoras noticias sobre  de Mercuerio de Almacén y retomando la antigona amistad con Martina se puso en marcha colgada de la pata plumosa del pavión de mercancia; uno de los lugares del  cubicuelo más reconocido y publicitado por sus propiedades termometrales. En temuporada alta, el arroyo subía como marea marinada y en invierno caía en hielo picado perforando el lecho (techo de las antípodas) hacia el fondo terrestre para alcanzar el lugar que algunos llamaban  de  Farh en Heit,  brujulado al este del Far  oú-est?
Cuca era negra, rápida y con swing. Extendía con frecuencia unas pequeñas alas que la impulsaban en  vuelo ligero siempre que sus patas traseras la impulsaban a mentir. Cuca era especial desde recien ovada.  En su fase de ovofibio algún cortocircuito conectó ramas nervudas de manera caótica y aquel minúsculo cerebro funcionaba por impulsos desorganizados, como relámpagos de  tormenta y que si  bien intuía su comienzo no así su finalidad. A veces todo acaba en la pared de donde colgaba el  rosario de la señora Aurora, que nunca entendió porqué Cuca parecía atravesar el espacio casi sin saludar.

Martina reservo la habitación más óscura, húmeda y pantanosa del colector principal para que Cuca se sintiera como en casa. No hubiera sido necesario que Martina buscará el mejor colector, para su amiga cualquier lugar es su hogar. Sabe adaptarse a distintos ambiente con facilidad.