sábado, 25 de junio de 2011

Decimoquinta entrada

¡¿Que asoma por delante de tu abrigo, niña? preguntó Claudio a Maritina esta mañana de verano y 40º de fuego en la sombra.
Nada, le contestó la pequeña, metiendo barriga y disimulando su barrigota falsa.
¿como puedes mentir tan descarada, embustera? cualquiera puede ver que revientan los botones del abrigo de piel de petigris y también me contaras que no tienes calor, aunque tu cara parezca un semáforo!!
Pues no tengo calor, bizcondes entrometido, ¿No tuvieras nada que hacer, flores que revisar, niños que asustar, viejas que histeriquear?
No, nada de eso, el dia de hoy es uno de mis dias moscosos y lo voy a dedicar a espiar tus pasitos y tu barriguita falsa y prometo no dejarte en paz hasta que me cuentes la verdad.
¡¡Confia en mi, soy leal, no te incordiaré más si me lo enseñas!!
Maritina ya le conoce lo suficiente para saber que leal no es y le seguira dando barriga todo el dia, pero no quiere su baile zumbónero tras de ella anunciandose por todas las calles.
Abre los botones de su abrigo y le muestra un enorme cojín pintado en colores chillones e imposibles de mirar que dibujan un laberinto enrevesado.
Ya lo has visto, dejame en paz.
Si lo  vi, pero no entendi, porque escondes bajo un abrigo esa pintura indescifrable, donde la llevas, adonde vas??
Ella pasó de él y prosiguio caminando. LLevaba escondido su mundo real y se lo habia dejado ver a un moscardon ignorante, que como ella tampoco sabia leer.
El lector de mundos personales quedaba lejos, pero harta de correr sin aliento y sin saber a donde se dirigia, le buscaría sin pausas porque le urgia un traductor de mundos.

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