jueves, 5 de mayo de 2011

Solo los moscardones caen en trampas de moscardones

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Claudio y Maritina andaban cierto dia por el campo de clavos que se extiende a las afueras del alma del cuerpo grande. Clavos inmensos que parecen arboles de óxido y madera. Estan cubiertos del color amarillento naranjoso de la lluvia de pensamientos acidos que el cuerpo grande deja caer con sus fluidos pesimistas.
El cuerpo grande no sabe que las imagenes que crea en el cubicúlo  impregnan el bosque que le rodea y que por cada pensamiento oxidado, necesitan nuestros chicos, cinco pensamientos desincustrantes para limpiar su rastro.
Como ello no suele suceder, se acumulan los restos de oxido en los clavos y el paisaje queda bastante aspero y el paseo con mascarilla y botas no es muy placentero.
Con algunas lecturas positivas, alegres y ligeras tambien se puede aligerar el hierro envejecido y ahora por fin el cuerpo grande a conocido a Mortachelo y Filedemos dando un respiro a todos, incluido el mismo.

Claudio le revolotea a Maritina cuchicheando sobre las desventuras del cuerpo y le pregunta que piensa hacer para eliminar todo ese oxido que con el paso del tiempo acabara por taponar la salidas de la memoria y nos puede hacer volver a la nave con el trabajo sin terminar.
Maritiana le comenta que esta pensando dejar algunas trampas de lobos cerca del cuerpo grande para hacerle despertar.
¿Pero Maritiana, pregunta Claudio, y si cae en una de esas  trampas?
-No seas tonto, moscazulete, ¿como va a caer en una trampa para lobos? ¡solo los lobos caen en ellas!
Claudio no quiso preguntar más, pero no estaba muy seguro de que solo los lobos cayeran en trampas de lobos, el desde luego no iba a caer en ellas. El era un moscazulete bizco- donde los hubiera, no un lobo oxidado por el pesimismo.