lunes, 18 de abril de 2011

Séptima entrada

Maritina es una ferviente y fervorada defensora de los más débiles. Carácter tiene para poner al más fornido de los tontos a correr por la banda hasta desaparecer si se lo propone.
La nave desde la que ella llegó al cubicuelo (como castigo) tiene unos especiales  detectores de farsantes, maleantes, malintencionados, manipuladores, corruptos, envidiosos, egoístas, prejuiciosos y otras variadas formas de vergonzinostasa.
Claro que con esos filtros nadie puede vivir en la nave si no a alcanzado un nivel evolutivo civilizado, palabreja que allá tiene un significado muy diferente al que se le da en nuestro planeta.
Los habitantes de la nave nos consideran gentes ligeramente esclarecidas, pero aún en términos medibles, infantilizados y astutosivos. Naturalmente son contados los seres de nuestro amado plantón que han tenido contacto con la nave placenta de Maritina.
Si cabe algunos de aquellos navisontes si han vivido por algún tiempo entre nosotros, mas en una misión que en la mayoría de las ocasiones les ha  devuelto a su nave en un estado lamentable de desorientación y desnutrición emocional y espiritual. Suelen llegar después de recibir algún golpe mortal por parte de la población terrestre. Naturalement tienen su nombre en las principales calles y avenidas donde se les recuerda por los avances que trajeron y por los que partieron asténicos y maltratados.
De como Maritina logró pasar los controles y los filtros  de la nave, nadie se explica, porque ella tiene pocos avances en su celebro y en su cortazón. Es de poquitas luces, seguro que su espacio en aquella maravillosa nave no tiene nada que ver con la dirección.
 Como decía Maritina tiene una gran debilidad por los más débiles y curiosamente por  aquellos habitrantostes que no pueden defender sus derechos y se enfrentan a astutosivos elementos corruptorionicos y abusontes.
Muchos dolores le ocasiona al cuerpo grande cada vez que enfurecido y malparlante trata de ponerlos en su sitio. Más de un problema hemos tenido por enfrentarnos a los mastodontes robalópados y humillasantos.
En la última ocasión, nos perdieron uno de los documentos "imprescindibles" para nuestros expedientes médicos tras una corrección de la injusticia a una compañera de habitáculo en el hospital.
 Mezquiristísicos que no pasaran la criba  más ligera en su nave y que en el plantón ocupan los sillones de la autotridad.
Por todo ello nuestra niña se descoloca y durante varios días anda como vaca sin-ceridad cansada y mascullando “no se que no volverá  a pasar” y la oímos jurar por los dios-incrasicos fatuos de la universidante.

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