miércoles, 20 de abril de 2011

Octava entrada

Se acuerda hoy Maritina de Angela, aquella mujer graciosa y fuerte que no permitia que su padre chillara o le pegara por nada. Recuerda como la protegia y como la pequeña se escondia tras sus faldas agarrada a sus piernas medio muerta de miedo, pero solo medio muerta porque estaba convencida que la abuela daria su vida antes de que a ella le pasara nada malo.
La misma abuela que se puso muy enferma y murio una madrugada, sin decirle adios a Maritina.
Después de su marcha el miedo se vivio miedo entero, sin piernas que agarrar con fuerza, sin abuela que abrazar y a quien pedirle besos.

Hoy ha venido Angela a visitar a Maritina mientras ésta dormia y le ha regalado muchos de los besos que le prometió y no llegaban. De esta manera nuestra pequeña se ha sentido al despertar como una cenicienta despierta de nuevo en el cuento y dispuesta a enfrentar el cautiverio con animos renovados. Hasta el cubicuelo le ha parecido amplio y luminoso. Y es que el amor cuando es verdadero y real, no tiene barrotes ni distancias, renueva la vida mas triste y convierte la cárcel más siniestra en un campo de flores.

Amorbuela querida, en el cortazón quereño y apretado de nuestra Maritina hoy hay fiestina y armogronia, la bestezuela esta apacimerta y parece pricneviria en el jardín.
Vuelve cuando quieras, amorbuela.

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