martes, 12 de abril de 2011

Cuarrta entrada

Maritina anda alucinada, desorientada como vaca sin cencerro,  como oveja sin redil, acostumbrada a vivir de rodillas, levantarse un palmo del suelo le ha traído serio desconsuelo (que diría mi adorada Gloria Fuertes). Vivir de pie ¿para qué? le cuchichea el moscardón-noladejes ¿para regresar a los peligros que pueden herir tus pies? Acaso no tienen tus rodillas una fortaleza superior después de andar a gatas tras ella, día si noche también, no hace falta que la dejes, que la ignores, que retires su preciosa máscara para dejar ver su espíritu arrugado y vulgar, su inocencia fingida, su interés hipotecario.
Y Maritina que de ningún modo pensaba dejar de servirle, se encuentra débil, temerosa de la nueva libertad.
Aprender a caminar erecta ¡que dificultad! si ese es un aprendizaje que de no realizarlo antes de los seis años no se puede desarrollar y yo tengo, haber de cuando el cuerpo grande vivía en la Luna, y llego aquel señor con la bandera, si aquella tela que se movía sin brisa, han pasado algunos soles, después el cuerpo grande comenzó a menguar, uhmm ¡no va poder ser!.
Y todo por el miedo a plantar un pie detrás de otro, quiere volver a caminar de rodillas.¡ Hay que ser inconsciente, Maritina si la libertad no es tan temible como la sueñas y te cuenta noladejes!  Haz la prueba  al menos, no todas las Agnes de la hermita (porque yo lo quiero) van a tener la misma cara y el mismo corazón.

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