sábado, 30 de abril de 2011

Claudio Moscazul

Claudio es uno de los tres moscarzuletes que comparten el cubículo con Maritina. Muy ufanoso él de sus bonitos y muchos ojos azules, se pavonea los días muy claros mirando a los ojúsculos de todo bicho viviente, intentando que todos aquellos que no son ciegos puedan contemplar extasiados ese color azul mar-ino-centón que se desprende de sus retinas. Casi con toda seguridad si todos los seres que le soportan las miradas entendieran que lo único que Claudio pretende es ver la admiración reflejada en sus corrientemente ojos pardos, se asustarían mucho menos, se incomodarían la mitad que lo hacen, casi se apiadarían de tanta tontera.
Porque no conoce otros espejos el pobriño, que las  retinas y los iris y tan vanidoso que es,  aprovecha cualquier cambio de calores, para detectar un ser viviente cargado de energía mental hasta la corona que se vuelve loquito de zumbar por mirarse y adorarse como solo él cree merecer.
Huye de los sapofitos y ranofilos desde que tuvieron más que palabras por aquella lengua larga con la que despotricaban en el reparto de la charca, de todas las  estrellas que heredaron de la abuela moscarana Sauria de los Charcones, aquella vieja y extravagante señora que repartió sus bienes de tal forma:
Un par de ojos para mi r-anita y el abrigo bueno de piel de marca Coco y Drilo. De los anclajes del Bar Ro, ancas y de los otros ojos todos para la  mosca Rdona  aunque la mitad son bizco-ndes, no les vendrán mal tenerlos dobles.
Claro que aquello de los ojos dobles, les confundió a la sección mosca, que ya andaban detrás de todas las orejas que encontraban y en los niños con sueño, y aquel aciago día venían de una boda gitana con toda la camisa rota y el tinto entre las patas. Eso y la alucinación de los ojos bizco-nde-s, les dejo la parte de la charca menos glamorosa creyendo para sus adentros que se llevaban mucho más.
La lengua cazamoscas naturalmente se la llevo la niña r-anita, que para eso es una sapostosa y se camelo a la abuela con los renacuajos tan juguetones y guapos que no parecían ser del mismo genoma.
Claudio bizcón-de y con tantos ojos, cualquiera se queda ciego ante un espejo y por ello busca hasta en los libros donde verse. Recuerda y cree a patas juntas que  aquel dia que escucho preguntar a la madrastra de todos los cuentos (que como van a tener trabajo los demás personajes si ella lo tiene todo) ¡espejismo, espejismo mágico ¿quien es la más bonita?,  se lanzó hacia la vibración de la voza nova y cuando le contesto el espejismo tú, en realidad estaba hablando de él.
Los niños tratan de cazarlo y el los asusta contándoles historias de miedo con su voz aguda y cuando no logra espantarlos trata de hipnotizarlos con su mirada, (jejeje) consiguiendo entonces si, que sientan miedo, el mismo que siente él de no poder admirarse nunca más.
El mismo que  siente cualquier ser normal cuando se ve perseguido por un enorme moscazulete zumbón, que parece querer atravesarle la mirada y leer su pensamiento y que a saber donde habrá estado antes.
Por más que le explique Maritina que no son maneras de acercarse a  la gente y el malestar que les causa les espante, Claudio sigue ere tras ere buscando mirada que le recargue las baterías de sus agónicas energías moscatales.
¡Claudio- dice Mariti- como te sentirías tú si ocho pares de ojos bizcos te estuvieran mirando de aquella manera!
¿De aquella manera? ¿Cuál es esa manera?- Pues  esa manera, como si quisieran taladrarte el cráneo con una broca de 15, que ¡perdóname! es a lo que suena tu chacharao.
No es del 15- se defiende Claudio- a pesar de lo que digas y no ¡eso no es cierto,  que solo soy un bicho negro, gordo y con los ojitos azules miedo, ay, no es cierto que  solo soy un bicho negro, gordo y con los ojitos azules miedo, ay solo soy un bich.... ¡

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